¿Cómo celebrar con champagne como es debido?
La primera vez que el champagne brota de una botella sobre un podio es al concluir las 24 Horas de Le Mans de 1967
Una boda, un nacimiento, un examen… las ocasiones de celebrar son muchas, pero demasiado raras a lo largo de una vida como para que el arte de la celebración con champagne lo domine todo el mundo. A estos efectos resulta muy útil inspirarse en los pilotos de Fórmula 1™, que han descorchado más botellas que el común de los mortales antes de entrar a formar parte de la élite. Para empezar, hágase con un jéroboam F1 oficial de G.H.MUMM, una botella prestigiosa que con su capacidad de tres litros le permitirá regar a sus vecinos. Y beber. La primera vez que el champagne brota de una botella sobre un podio es al concluir las 24 Horas de Le Mans de 1967 y como resultado un champagne demasiado caliente y demasiado agitado por el ganador de aquella ocasión. En su caso, no dé cabida al azar y siga escrupulosamente este modus operandi: agarre la botella con decisión, blándala triunfalmente sobre su cabeza y agítela como un loco. Afloje rápidamente el bozal y el corcho y deje que el champagne brote magistralmente. Tenga muy presente que no es momento de mezquindades, salpique a la gente que le rodea y sobre todo déjese salpicar a su vez. El buen champagne no mancha. Una vez agotado el surtidor, podrá alzar su jeroboam y dedicárselo a quien desee, incluso añadir un discurso o una frase adecuada. A imagen de los pilotos que en ocasiones brindan con sus botellas, la copa es superflua en ese momento de comunión y está permitido brindar con la botella. De hecho, la celebración con champagne es uno de los pocos casos en los que no está prohibido beber de la botella. Con moderación, eso sí.
Por Gino Delmas